Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en
forma desafiante le dijo:
– «Profesor, lo que más me alegra de haber terminado sus clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburrida»
El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.
El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
– «¿Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?»
El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
– «¡Por supuesto que no!», contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
– «Bueno», prosiguió el profesor. «Cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.»
– «No entiendo a qué se refiere», dijo el alumno confundido.
– «Muy sencillo», replicó el profesor. «Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio, y, si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad.»
– «Muchacho», concluyó el profesor en tono gentil, «tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí sí depende lo que yo cargo en el mío.»
✅Reflexión:
Cualquier información que procesamos, cualquier información que absorbemos del medio ambiente está siempre coloreada por las experiencias que hemos tenido y a una respuesta emocional que tenemos a lo que estamos aportando. Siempre tenemos la oportunidad de evadir un conflicto, el detalle está en enfocarse y concentrar la intención en nuestra calma.
Por lo general todos sufrimos diferentes situaciones que nos llevan a reaccionar, cuando lo importante es accionar en sentido positivo. Es de cobardes no afrontar los problemas emocionales con estoicismo, tomar el control es de VALIENTES, es la principal característica de cualquier persona con inteligencia emocional.
Muchas personas sufren de situaciones mentales tóxicas y no debemos entender un trastorno de personalidad como una manifestación estática o rígida. Los trastornos de la personalidad y sus manifestaciones varían significativamente de individuo a individuo. Consecuencia de una combinación de factores genéticos y ambientales, todos comienzan a manifestarse en la adolescencia o inicio de la juventud.
En la mayoría de los casos evolucionan positivamente con la edad, con o sin tratamiento, aunque algunos rasgos pueden persistir de forma más moderada. Entender y colocarse un instante con suficiente empatia en el lugar de estas personas, nos pueden ayudar a identificar las cosas con mayor exactitud.
Valoremos nuestra relación con nosotros mismos, no perdamos nuestro centro y busquemos un equilibrio en nuestros pensamientos y emociones.
Alexander Rodriguez